Existe un balance entre lo que parece conservar la memoria –a nivel urbano y ambiental– y el control manifiesto de los nuevos desarrollos inmobiliarios de esta zona céntrica de la Ciudad de México. A cambio de eso, se logra un esfuerzo expresado en el trabajo realizado por la preservación de lo más elemental del llamado “Corazón de la Condesa”: un nuevo postulado de ciudad. Ubicado entre las calles Cuernavaca y Atlixco, ocupando dos tercios de la cuadra correspondiente sobre Juan de la Barrera, el complejo desarrollado por JSa Promotora está en una región que expresa el patrimonio artístico, el espacio público, la vivienda y los postulados arquitectónicos de los profesionales en construcción.
El movimiento funcionalista en la arquitectura moderna –introducido en México gracias a arquitectos como Mario Pani y Juan O’ Gorman–, y el estilo del art déco –impregnado en la nación por artistas como Juan Segura y Francisco J. Serrano–, han acaparado en la capital del país a algunos de los personajes más importantes en el desarrollo de proyectos inmobiliarios. Ambas corrientes, pertenecientes a las décadas de 1920 y 1930, fungieron como la avanzada en la creación de un patrimonio arquitectónico clave en la cimentación de la Ciudad de México en tanto monumento urbano levantado a punta de acumulación de barrios cual si de clusters económicos se tratase. Los trabajos que con categorizados bajo sus dogmas son muy apreciados por los investigadores contemporáneos debido a los conceptos expresados en sus edificios, algunos como los siguientes: dinamismo de sus superficies, marquesinas adornadas con medallones o grecas prefabricadas, impecables fachadas, diversidad de texturas, motivos en cada uno de sus acabados, y el respeto por las cuestiones de ritmo y geométrica.